Por Ana Abregú.
Romance de luna, luna
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
Federico García Lorca.
Parafraseando a Rulfo, vine al Picadilly porque me dijeron que aquí
estaba Lorca. A las cinco de la tarde.
Comedia sin título convoca en esta obra: El camino de la Fuente nos conducirá por las inseguridades
de quien debe colocar un final a una obra que Lorca no pudo concluir; habrá un juego
requiriente entre actor y público a sentir, decir, pensar la situación del artista,
del director, en la reconstrucción del hecho artístico.
La obra comienza a las cinco de la tarde, el actor, sentado en la
escalerilla que conduce al escenario, está en papel, mira al público, antes de empezar,
pero ya ha comenzado. A partir de allí, público, vida, biografía, y obra, se irán
entrelazando; realidad y ficción retruécanos en el relato, Federico García Lorca,
presente, en memoria, en poemas, en biografía; teatro, dentro del teatro, con sus
arcanos y desafíos.
El actor mira a los ojos de los espectadores, más allá de la cuarta
pared, registro de la práctica de leer miradas, condiciones de la materialidad como
de un mediunismo y apropiación de circunstancias, conecta con las escenas de los
poemas, trasiego de biografía, elisión y suspensión en el que el espectador será
incluido.
Solo con otro poema, o el mismo poema, se puede hablar de un poema;
estaríamos tentados de escribir el propio poema y no lograrlo. Los poemas revelan
una verdad secreta que necesitaremos seguir buscando, por eso continuamos evocando
a Lorca, inquirimos esa develación en la obra de Lorca; la poesía, en su inquietante
soledad de altura, esconde alguna fidelidad que va a necesitar para concentrar toda
una vida, y las que le siguen, y las que convocan al artistas, al actor (Pablo Razuc),
al director (Sabatino Palma); el poema no se dice, se viaja sobre los versos como
en órbita hacia otras realidades por vía de las interioridades del espectador y
se concentra en los intersticios personales. El poema ha hecho aquello que no se
puede neutralizar o prevenir, ha tomado al espectador.
Los elementos de escenografía, el molinillo de café, reloj de arena,
espejo, escalera, como objetos a los cuales asirse, la historia pesa, objetos como
el hilo de Ariadna, conduce por el laberinto de la reposición de las vicisitudes
de Lorca. Vida, obra, sexualidad, objetos atravesados por Bernarda Alba, Yerma, Llanto por Ignacio Sánchez, Romancero
gitano, entre otros, dimensiones de la intimidad turbulenta de Lorca,
torero, toros, sangre, muerte, luna, luna, como para llegar a un punto temporal,
primero hay que llegar a la mitad, y antes, a la mitad de la mitad, poema tras poema,
un punto de acumulación, la vorágine, crean un centro neurálgico alrededor de hechos
que se inmunizan contra limitar su potencia, y crecen, se integran, se vuelven inmortales
en otro cuerpo y voz y nombre.
El Camino de la fuente el nombre de la calle que conduce al fusilamiento
de Lorca, callará una voz, pero la volvió inmortal, en reposición del actor, arrasado
por la intensidad, cuerpo, canción, personaje, Pablo Razuc, se hizo
título para convertirse en su propio mito. Un romance elegíaco. Al que mataron fue
a otro; al poeta lo seguimos viendo, escuchando, sintiendo. El actor interpreta,
a capella, canciones que escuchamos con
Serrat, poemas de Lorca, de los que sale airoso creando una atmósfera integrada
a la época; una dimensión metaficcional disuelve la frontera entre representación
y biografía, los elementos del escenario y cambios de ropa, suponen el trasvestismo
entre géneros que operan como una figuración del yo, con la función de la mistificación
de ese yo, enfatizando la dualidad, el actor que representa, recita, en el original
castizo de los poemas de Lorca y la voz fantaseada
de un guion que se va desenrollando; el artificio de la impostura es parte de la
escenificación.
La puesta neutraliza los efectos del desenlace que ya conocemos,
desactiva el tiempo en línea recta para quedarse dando vueltas en sí mismo, algo
inconcluso ha mutado para quedar perpetuo.
Hay poetas que no solo nos hacen sentir la vida, sino que también
nos vuelven inteligentes, le ponen dimensión tangible a algo que resuena en el cuerpo,
nos revela una voz interior. Poemas psicopompos, conducen almas hacia una cosmovisión;
Romance de la luna, luna, setenta y cuatro
enes, setenta eles, cuarenta y nueve eses, treinta y nueve eres que articulan la
lengua en fonemas alveolares, torrentes en los fluidos del cuerpo, efecto directo
de la luna que provoca las mareas, en el setenta por ciento de agua que es el cuerpo;
un oleaje que Pablo Razuc moviliza con gran histrionismo.
Como nota de color, en la platea estuvo Patricia Palmer, Damián
de Santo, y probablemente otros actores y nos distribuyeron un souvenir, pequeña bolsita de arpillera «para una
tarde de café y poesía»; aplausos de pie.
Ficha técnico artística
Autoría: Sabatino Cacho Palma
Actúan: Pablo Razuk
Vestuario:
Pablo Razuk, Vera
Rinaldi
Escenografía:
Pablo Razuk
Realización de video: Marcela
Marcolini
Fotografía:
Nacho Pared
Diseño gráfico: Roy Cifre
Asistencia general: Antonella
Fagetti Producción:
Korinthio Teatro
Dirección general: Sabatino Cacho
Palma
Participaciones
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Este espectáculo formó
parte del evento: Argentina Florece Caba- Int
·
Este espectáculo formó
parte del evento: VILLA CRESPO AL TEATRO. Ciclo de
Artes Escénicas - 2° Edición. TEATRO EL CRISOL - 20 AÑOS -
Duración: 55 minutos
Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos
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